¡Toca cambiar! Este año, en lugar de conmemorar el Día Mundial de la Contraseña como siempre, desde LastPass proponemos celebrar el Día Mundial Sin Contraseña en un guiño a un futuro que está ya muy cerca. Pero mientras nos preparamos para dejar atrás las contraseñas, vale la pena reflexionar sobre su interesante historia.
Hemos preparado una breve crónica de cómo surgieron las contraseñas, cuándo empezamos a utilizarlas para proteger nuestras vidas digitales y por qué son tan útiles como escudo frente a las ciberamenazas.
Década de 1960
Mientras los astronautas de la NASA se preparaban para su primer viaje a la Luna en el marco del programa Apollo, Fernando Corbató creaba las primeras cuentas de usuario protegidas por contraseñas en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Cuando los usuarios se conectaban a su Compatible Time-Sharing System (CTSS) con sus nombres de usuario y contraseñas personales, podían gestionar sus propios grupos de archivos en consolas vinculadas al ordenador principal de la universidad. Aunque este primero mecanismo de autenticación por usuario tenía sus fallos, su influencia fue decisiva en la forma de entender las contraseñas durante décadas, tanto entre los informáticos como entre la gente de a pie.Década de 1970
El gran paso adelante en la seguridad de las contraseñas llegaría en 1972, cuando el criptógrafo Robert Morris ingenió un proceso de cifrado conocido como hashing, que consiste en traducir las contraseñas en números. Unos años después, Morris sumó esfuerzos con Ken Thompson, otro experto en la materia, para crear una técnica complementaria bautizada como salting. En este caso, se añaden cadenas aleatorias a las contraseñas almacenadas para que sean todavía más difíciles de hackear. Tanto el hashing como el salting siguen plenamente vigentes. Y, de hecho, LastPass utiliza estas dos técnicas para proteger la contraseña maestra de todos sus usuarios.Décadas de 1990-2000
Con la expansión de Internet, llegó la necesidad de crear protocolos de autenticación más seguros. AT&T se atribuye la invención de la autenticación de doble factor (2FA) en 1995 y recibió la patente por esta tecnología en 1998. Y lo que empezó como una solución para un sector muy concreto es hoy la norma. Seguro que utiliza este sistema para iniciar sesión en algunas de sus cuentas online. Al usar la autenticación de doble factor, el sistema de autenticación le pide que se autentique a través de otro sistema (o factor) de autenticación, como un código temporal único que demuestre su identidad. Este factor de autenticación extra puede recibirse a través de un SMS, correo o aplicación de autenticación. Una vez recibido el código, tiene que introducirlo en el sistema y, si todo cuadra, puede acceder a su cuenta. La autenticación de doble factor y su sucesora, la autenticación multifactor (MFA), se generalizaron durante los primeros años del siglo XXI, momento en el que muchas empresas permitieron a sus empleados empezar a usar sus smartphones personales para el trabajo.Década de 2010
En los primeros años de la nueva década, empezó la época dorada de las aplicaciones móviles y, con ella, la necesidad de reforzar la seguridad de las contraseñas. Siguiendo la estela de la autenticación de doble factor (2FA), llegó la autenticación multifactor (MFA). En este caso, los usuarios tenían que autenticarse de varias formas para poder acceder a una cuenta online, además de usar sus nombres de usuario y contraseñas. Entre los profesionales del sector de la seguridad, estos factores se conocen como:- Algo que sabe (por ejemplo, su contraseña)
- Algo que tiene (por ejemplo, su teléfono, un token de autenticación multifactor o una tarjeta inteligente)
- Algo que es (por ejemplo, información biométrica como su huella dactilar, su rostro o su voz)